martes, octubre 18, 2005

Madrid por dentro (Anselmo Carretero Jiménez)


Madrid por dentro

En 1561, dejó de ser vílla para convertirse en capital de España

La historia de Madrid y sus alrededores Puede dividirse tajantemente en dos épocas. Transcurre la primera desde su Conquista al moro en 1083 hasta 1561,año en que Felipe II establece en la antigua villa castellana la capital de su imperio; la segunda desde este última fecha hasta nuestros días.

VILLA CASTELLANA

Durante aquellos cinco primeros siglos, la historia de Madrid y los pueblos. de su alfoz es la de una de tanta! pequeñas repúblicas populares, autónomas dentro del reino de Castilla, generalmente denominadas comunidades de villa y tierra.

Como otras de Castilla, la vieja Comunidad de la Villa y Tierra de Madrid era una entidad básica del reino, con propia personalidad política y administrativa, que se mantenía dentro del estado castellano mediante un vínculo político con la corona. En su seno, las aldeas tenían concejos propios con autonomía interna. Estos sometían sus asuntos de gobierno y administración al concejo de la villa; que a su vez no tomaba ciertas decisiones sin tener en cuenta el parecer de los concejos de las aldeas. Constituía, pues, la Comunidad una especie de federación jerárquica de la villa de Madrid con los pueblos de su Tierra.
En el siglo XII la Comunidad de Madrid y su Tierra se regía por el Fuero de Madrid, redactado por el propio concejo madrileño con el asentimiento de Alfonso VIII, monarca privativo de Castilla durante cuyo reinado alcanzaron gran desarrollo las instituciones comuneras.

La Comunidad madrileña de Villa y Tierra, aunque de poca extensión territorial -comparada con las mayores- tuvo rica vida y mucha actividad y ha dejado huellas muy valiosas para el conocimiento comunero de Castilla.

Las milicias comuneras de Madrid participaron en las más importantes campañas reconquistadoras de aquella época -Las Navas, Murcia, Córdoba, Sevilla- y en las Navas de Tolosa -donde formaron parte de la vanguardia que mandaba Diego López de Haro.

En la llamada confusamente Guerra de las Comunidades de Castilla, Madrid tuvo un comportamiento digno y valeroso. Fue el primer concejo castellano en oponerse tenazmente a que Carlos de Absburgo se titulase emperador de España. En las Cortes de Valladolid (1518) los procuradores madrileños figuraron entre los que obligaron al joven flamenco a dar juramento de respeto a las leyes del reino, antes de que las Cortes le dieran el suyo. Ya en abierta rebeldía contra el Emperador, los de la villa de Madrid se apoderaron del Alcázar, donde tomaron armas en abundancia que fueron entregadas a los diputados de las parroquias para que las distribuyeran entre los vecinos. La hueste de Madrid, mandada por los capitanes nombrados por el concejo, actuó eficazmente en la campaña que tuvo triste fin en la derrota de Villalar, después de la cual el Alcázar de Madrid se rindió a los imperiales. Murieron en esta guerra comuneros madrileños; otros muchos fueron castigados tras la derrota; y pasado el tiempo, en Madrid, como en otros lugares, los principales caudillos del histórico alzamiento fueron excluidos del "perdón del Emperador".

CAPITAL DE ESPAÑA

Aunque no todos concuerdan en ello, la mayoría de los historiadores admiten como fecha de¡ establecimiento de la corte en la villa de Madrid, durante el reinado de Felipe ll, en que se trasladaron a ésta los Concejos de la monarquía.

De esta manera la villa de Madrid dejó de ser cabeza de una pequeña república comunera de Castilla para elevarse a corte de una gran monarquía imperial: la Villa y Corte por antonomasia; y dejó también -cada nueva generación más - de ser propiamente castellana para convertirse en genéricamente española y madrileña en particular.

Hecha a Madrid corte por la dinastía austríaca, a ella acudieron aristócratas de toda España - y en lugar destacado los grandes títulos meridionales - con sus correspondientes séquitos, así como funcionarios de toda clase, burgueses y pueblo llano que dejó su terruño natal en busca de más atractivo porvenir.

. Madrid viene siendo desde entonces crisol en que se han fundido todos los pueblos de España. Gallegos y murcianos, catalanes y extremeños, andaluces y norteños, centrales y periféricos, peninsulares e isleños, han contribuido al crecimiento demográfico y al desarrollo material y cultura¡ de Madrid, con lo que el pueblo de la capital de España ha adquirido con el tiempo nuevos y peculiares rasgos -incluso en el aspecto lingüístico, el habla madrileña manifiesta diferencias con la de las viejas ciudades castellanas.

. En los últimos tiempos se acusa con frecuencia a Madrid de todos los males que el excesivo centralismo está causando en España. No es precisamente un centralismo madrileño lo que España padece sino un centralismo del estado unitario del que el pueblo de Madrid antes que responsable es víctima propiciatorio. Los madrileños, de carácter generalmente afectuoso -liberales en el sentido hispánico de la palabra- jamás albergaron malevolencia hacia la diversidad de las Españas, todas las cuales fueron vistas siempre con simpatía por los capitalinos. Contra lo que algunos creen, el pueblo de Madrid nunca ha sido unitarista. Ya vimos que, antes de convertirse en corte, Madrid, en la Guerra de las Comunidades estuvo con los comuneros y luchó contra los imperiales; y en la de Independencia se alzó contra el invasor y recibió con patriótica alegría la creación de las Juntas supremas regionales. En Madrid elaboró Pi y Margali su Concepción federal de España que tuvo entre los madrileños muy firmes partidarios; y en 1931 Cataluña contó en Madrid con decididos defensores de su autonomía.

(Tomado del libro de A. Carretero "Las Nacionalidades Españolas")

Castilla nº 2 enero-febrero 1979

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