lunes, febrero 27, 2006

El grito de Castilla. Adrés Sorel (Castilla como necesidad. Editorial Zero Madrid 1980)

Buscando en el baúl de los recuerdos, como decía la canción de Karina - bien presente en la memoria de los carrozones de mi quinta-, encuentro llena de olor a naftalina y polvo de catacumbas un viejo artículo de un escritor , hoy de edad venerable, pero un su época un poco iconoclasta y anarquista.

El artículo es verdaderamente kitsch, no falta ni uno solo de los clichés utilizados por la rojería y progresaría de la época -años setenta del vigésimo siglo-: aquí nos previene del infame capitalismo monopolista, del que mucho nos enseñó Paul Sweezy en su libro “El capitalismo monopolista” de la editorial siglo XXI de editores, aún presente en la memoria, como si el otro capitalismo hubiera sido mucho más clemente; allá nos habla de ese vocablo “concienciación” del que Agustín García Calvo nos prevenía acerca de su fealdad y horror sintáctico; un poco más adelante nos inunda con vocablos familiares a los que vivimos aquella década setentina, con los palabros propios de la política propia de los partidos y partidillos de izquierda: imperialismo, potenciación, militancia, superestructura, planificación, pueblo, identidad; no menos que la cruel “explotación del hombre por el hombre” y otras imponencias del catálogo interminable de la cháchara marxista.

Hay que reconocer que en su condición de anarquista , fabulador y cuentista, emplea otras mucho menos correctas ya incluso en aquella época como descentralización absoluta, federación, utopía, vuelta a los orígenes, impostura de la capitalidad, denuncia de la democracia formal temporalmente espaciada, sucursalismo de partidos centralistas y otras.

Denuncia en el escrito la fusión de regiones por decreto, y comete el fallo habitual de ser incapaz de elaborar una definición aceptable de lo castellano sin comparación con lo vasco. Su condición de novelista no le permitió sin duda profundizar en el fenómeno de la nación moderna, lo que le impide un diagnóstico medianamente convincente del sentimiento político castellano. Y ya puestos parece que su conocimiento de la historia de Castilla es bastante deficiente; el origen de la idea en España es leonés y no castellano, y por supuesto Onésimo Redondo era de la parte leonesa de la actual provincia de Valladolid (Quintanilla de Onésimo). Nuestro autor se carteó con Anselmo , pero no parece que transitara concienzudamente por su obra.

Pasen y lean

A modo de introducción

EL GRITO DE CASTILLA

ANDRES SOREL

Al silencio he seguido el estallido. A la clandestinidad, la carrera por ocupar, cuanto antes mejor, un espacio político. Como en la vieja farsa, se desempolvan trajes, máscaras, decorados, y una vez remendados, pintados, coloreados para que nuevos parezcan, los títeres se lanzan a los caminos, en busca de gentes a las que convencer, en busca de manos que les aplaudan. Bienes cierto que cuanto se escriba, cuanto se hable, cuanto se haga, será insuficiente. ¡Hubo tanto vacío...! Pero ojo al grito aislado. O a las trapisondas de los cómicos de la lengua. Al texto cerrado, a la conversión de la plaza pública en mero recinto ferial donde sólo unos cuantos privilegiados gozan de la representación mientras se deja en sombra a la mayoría, eternos espectadores de una comedia nunca finita.

Toda definición puede ser burocrática, centralista. Cuidado habrá de tenerse con los retoricismos. Las palabras dan miedo, máxime cuando las manipulan en exclusiva unos magos que a otros magos sustituir pretenden. La palabra, como la empresa, debe ser, debiera ser siempre colectiva. Porque las islas, por cuanto de paradisíaco conllevan, son peligrosas. Las islas son privilegios, cotos cerrados a los que solo unos cuantos afortunadas acceden. Preciso es que el bosque eche a andar para evitar su fijación esclavizante. Esa es, prioritariamente, desde mi punto de vista, la anual necesidad de Castilla, la primera necesidad de Castilla: ser ella misma, encontrarse, definirse colectivamente.

Y entramos así en el tema. El tema de Castilla como necesidad. A mi se me encomendó la introducción , abrir el texto, llenar de signos las primeras páginas que intentan conducir al lector por el viejo, gastado, falseado, emotivo mapa de Castilla. Mapa aún en blanco. Quizá sea ese mi principal papel en este empeño colectivo; es al tiempo mi actual obsesión: llevar la duda al lector incluso sobre estas palabras. Pedir al lector que no acepte las definiciones rígidas, que busque, indague él sobre ese mapa reflejo no sólo de una historia, de una tierra sino de unos hombres, hombres con nombre propio que son quienes más debieran interesarnos. "El que no habla a un hombre, no habla a nadie" sentencia con rigor Machado. Después vendrán las estadísticas, los análisis históricos, las definiciones económicas. Antes, creo, está el grito, la necesidad del grito; un grito gritado colectivamente ante tanto silencio, postración, como esta tierra ha sufrido. Grito no de desafío, sino de solidaridad. Grito de orgullo -aún en la humildad- porque la reivindicación a la que se aspira es la reivindicación de la propia personalidad, del propio pueblo que quiera construir, -con otros pueblos sacrificados, subdesarrollados, enajenados a la economía y cultura de una civilización asentada sobre las premisas de la explotación del hombre por el hombre, y de los pueblos por los pueblos-, una historia, una cultura nueva, de seres libres, iguales en derechos, de tierras en las que la igualdad primó sobre la necesidad y el placer sobre la dependencia.

Castilla como agonía fue un libro-reencuentro con esta tierra, allá en los últimos años del Dictador Franco. La agonía sigue. Y de seguro que las fanfarrias, las orquestaciones más o menos interesadas, o los decretos burocráticos, no van a sacarla de ella. Es también contra esa instrumentación del tema castellano, contra el falseamiento interesado y no menos centralista, contra el que debemos gritar. De las plazas redondas o cuadrangulares, de los caminos secos, de las desconchadas iglesias, de las graníticas y ojerosas casas de pueblos semivacíos, de ciudades goteantes de lluvia y soledades invernales, debe salir este grito que golpee incluso la vida y la añoranza de cuantos castellanos hubieron de buscar fortuna en las malditas urbes que como en Madrid especulan hasta con la ,respiración del ciudadano al que oprimen en la moderna cárcel de la sociedad del consumo. Tal vez así encontrando formas de desarrollo para las regiones deprimidas, salvemos al tiempo al hombre de morir en estas macrourbes donde hasta el pensar se le enajena, donde el ser humano muere no ya en la esclavitud del mecanizado trabajo, sino en el control de que su propio tiempo libre se realiza por envolventes medios visuales al servicio de los grandes monopolios internacionales que hoy controlan la cultura mundial. Y en vez dormir-morir en un puñado de kilómetros cuadrados, cuatro millones de personas descubran que es posible concebir una' civilización en la que tras el trabajo uno recupere la libertad para el paseo, la caricia, la palabra, la lectura, el deporte, la creación, la escucha del silencio, la conversación con un animal, con un árbol, con una puesta de sol, con unos amigos, con unos labios, no ahogados por el humo y el ruido infernal y avasallador de las monstruosas barriadas. Donde el hombre, insistimos, además de espectador, pueda ser actor de su propia vida.

Me cuesta trabajo seguir los debates, los procedimientos empleados en la nueva democracia española para definir el Problema regional, para solucionar el mismo, los caminos seguidos a la hora de abordar su compleja condición, cuando el franquismo hasta su existencia negara.

De un lado la seguridad tecno-burocrática de quienes piensan que basta sentar a siete y ocho ilustres ciudadanos en torno a una mesa - se cambia Madrid por Valladolid- , para que ellos, por sí mismo, tracen las líneas maestras y promulguen los decretos reguladores de lo que es y ha de ser Castilla, la macro región definida por el Duero más que por la historia o su propia necesidad pasada y presente. De otros quienes limitan su participación popular a la hermosa fiesta balada por una luna resplandeciente una noche de dulzainas y cantos públicas en las eras de Villalar, doble floreció el vino, el beso y la danza, antes de que la lluvia barriera las palabras de quienes, parlamentarios o no, daban la buena nueva de que ya el Gobierno habla concedido una autonomía a la región, y que por tanto podían regresar a sus casas, a sus trabajos, a sus televisores, a sus pueblos, tal vez hasta el siguiente año y por las mismas fechas, en que si no todos --que algunos habrían muerto, otros emigrado, pocos nacidos - los más de nuevo serian convocados para la fiesta.

Me cuesta trabajo pensar que este camino lleve a parte alguna. Pienso más bien -y no trato de negar la validez de ambos, si criticar su exclusividad- que debiera incidirse más, mucho más, en la necesidad de la concienciación regional dentro de la revolución cultural imprescindible para transformar en la realidad, y no en los decretos, a los pueblos y a los hombres. Comenzando por buscar una recuperación de la conciencia de identidad de cada pueblo en un marco integrador y supra nacional, insistimos: primero conciencia de pueblo, de nación. Luego definición de fronteras. Pueblo unido por un sentido colectivo que hace la historia y no trazado arbitrariamente por quienes, desde el Estado central, amoldan cultura y económica e sus razones de dominio, que no dejan de representar a las grandes familias, los señores feudales de la era capitalista. ¿Cómo desde la nada, la desertización, el vacío, la desesperanza, definir las cabeceras comarcales, las fronteras de una región? ¿No sería mejor estudiar antes sus intereses, crear de acuerdo a ellos puestos de trabajo, redes viarias, centros educativos, unitarios, culturales, etc., que fijarían al hombre a, su tierra y harían de esta auténtico y necesario país desarrollado? . Mas para ello se- precisa Igualmente un auténtico Gobierno regional, regional, no estatal que haya sido elegido democráticamente y al margen de las elecciones generales, por el propio pueblo al que va a representar. Y para elegir hay que ofrecer, hay que ser conocido. hay que tener programas concretos, vida política y cultural propia, hay que saber primero cual es el ámbito que intenta definirse para que, sus connotaciones múltiples, y sobre todo, tras no años, siglos de vaciamiento preciso es escuchar las voces no sólo escritas, sino vivas, de quienes son los auténticos señores de la tierra, señores aunque por la pobreza, los impuestos y las guerras sean asolados.

Es decir, impulsar una gigantesca campaña por toda te ancha, montañosa o llana Castilla, sin desvincular a priori a Santander o Logroño de ella, sin tejer artificialmente que es y que no es el reino de León y cual el de Castilla, sin unir o fragmentar arbitrariamente: vayamos a los hombres, a todos los hombres que estas tierras habitan, vayamos con los libros de historia y con las realidades del siglo XX, pero vayamos sobre todo a preguntar, a preguntarles a ellos, a, después de nuestro discurso, escucharles: qué se sienten, a qué aspiran, qué desean...

Este es para mi el auténtico sentido de la historia de Castilla.

La otra noche soñé un poema que cantara Fernán González, v decía:

"Ere entonces Castilla tan sólo una alcaldía,
magüer que era pobre e de poca valia,
nunca de buenas omnes firé Castilla vacía,
de _cuales ellos fueron paresce hoy en día...

Mandó llamar el conde a todos los varones,
todos los ricos omnes todos los infanzones,
también los escuderos como a los peonesr;
quería de cada uno saber sus corazones.

Ceveres e peones firmemente lidiaban
cuando decía ‘Castilla’ todos se esforzaban...
El conde don Fernando con muy poca campaña
- en contar lo que el fizo semejaría fazaña -
mantuvo siempre guerra con los reyes de España,
non daba más por ellas que por una castaña"

Democracia. Independencia. Porque el estado castellano, ya en sí federal, sí tenia un jefe en común -conde de Castilla y Álava, rey al fin-- se formaba por un conjunto de comunidades autónomas con justicia, .moneda, concejos que acordaban y gobernaban en cada comunidad de Ciudad o Vílla y Tierra autenticas repúblicas populares que comprendían municipios con vida propia y autonomía local, siempre el pueblo controlando el poder, exigiendo a sus representantes.

A mi juicio es preciso que los castellanos evitemos a toda costa el desmembramiento de las comarcas de la Montaña y la Rioja-una Castilla sin ellas sería como una Andalucía sin Córdoba y Sevilla, una Galicia sin Compostela o una Cataluña sin Gerona-; debemos procurar después que en lugar de un estatuto conjunto castellano-leonés, León y Castilla la Vieja y Castilla la Nueva obtengan cada uno el suyo; y más adelante incluir en Castilla las comarcas de la Alcarria y Cuenca, dejando a Castilla la Nueva el conjunto de todas las tierras toledanas y manchegas. Una vez más la autentica Castilla puede ser la principal víctima de las oligarquías reaccionarias que durante siglos han utilizado en .su provecho el nombre castellano.”

Hasta aquí las letras de Anselmo Carretero. Por mi parte, insistir en el punto más importante, a mi juicio de su grito de alarma: Castilla ha sido, sigue siendo víctima del centralismo estatal. Falseada en sus orígenes e historia, incluso por libros recientes, hipotecada y prostituida en su nombre, combatida falsamente por la izquierda de otros pueblos, desmembrada incluso por algunos de los que dicen o aspiran a ser líderes suyos -y qué trabajo me cuesta escribir esta palabra cuando uno recuerda, presente tiene, que también ella engendró líderes de imperialistas y fascistas concepciones como Onésimo Redondo-, desmembrada insisto de su nombre, lengua y patrón. No olvido que el `hable la lengua del imperio" sumió a Cataluña en una humillante postración, que la tortura se enseñoreó sobre jóvenes euskaldunas que pretendían con justicia responder a sus verdugos en su nativa idioma. Pero tampoco debemos olvidar que fueron escritores de segunda fila, fascistas analfabetos llegados del último confín de la Nación quienes "fijaban'' esclerotizaban y asfixiaban el buen castellano, censurando, persiguiendo bajo falsos conceptos, preceptos y dogmas a quienes en esta lengua pretendían escribir o hablar. Que hoy el castellano sigue a la defensiva en muchas ocasiones, acosado, cuando debiera salir a lucha" a competir pasado y por su futuro en igualdad de condiciones con otras lenguas de España o el mundo. Que también en el corazón del imperio hay seres oprimidos, explotados. Y que no sufre solamente la cultura perseguida, sometida a los ritos de la catacumba, sino la que deforma, la que se desprovee de sus auténticas esencias y se prostituye con hipotéticos valores universales ajenos a ella.

El nazismo utilizaba el alemán como lengua, pero la auténtica lengua alemana era exiliada con Thomas Mann a o tras muy lejanas fronteras. No me resisto a traer aquí un soneto que el vasco Unamuno dedicara a nuestra lengua:

La sangre de mi espíritu es mi lengua
y mi patria es allí donde resuene
soberano su verbo, que no amengua
su voz por mucho que ambos mundo llene.

Ya Séneca la preludió aun no nacida
Y en su austero latín ella se encierra

.Alfonso a Europa dio con ella vida.
Colón con ella redobló la tierra.

Y esta mi lengua flota como el arca
de cien Pueblos contrarios y distantes,
que las flores en ella hallaron brote.

De Juárez y Rival pues ella abarca
legión de razas: lengua en que a Cervantes
Dios le dio el Evangelio del Quijote.

Y ciudadanos iguales, administrando el patrimonio común: bosques, agua, pastos, riqueza del subsuelo, hasta tejares, molinos, y fraguas; y la cultura: canción y costumbres, fiestas y palabra... Sito faltaba el beso para una revolución absoluta.

Esto, insisto es lo válido, lo más válido del ayer. Esto en su significado, en su esencia, debiera ser lo válido del hoy.

En 1883, la división borbónica, impetrada de Francia, fragmenta, divide y destroza Castilla. Pretende: "promover con un solo impulso uniforme e ilustrado una masa inmensa de propiedad". La uniformidad queda clara, y al servicio de un poder centralizador, absorbente. En 1837 una Real Orden disuelve las Comunidades: al fin, tras casi seis siglos de luchas y decadencia, se legisla no sólo la ruina de una economía, sino que se rompe y, tergiversa toda una tradición cultural y se ahoga un espíritu comunitario, hasta la propia identidad de un pueblo. De ahí la expresión de Sánchez Albornoz, 9 junio de 1976: "Castillo hizo a España y España deshizo o Castilla". La aberración falangista se continuó en una dictadura, la de Franco, centralista, unitaria, oligárquica. ¿Y quién se aprovechó de aquella maldita Cruzada? Durante años, desde la oposición, se ha insultado a Castilla, se ha denostado el papel por Castilla jugado en la era franquista. Con los ojos cerrados se pasaba sobre estas tierras desiertas. Con los oídos sordos a palabras de todas formas no pronunciadas por estos mudos campesinos. No. No fueron los castellanos beneficiados por el franquismo. Ni responsables de él en mayor grado que otros pueblos de la Península. El problema era de clases de intereses. Que si en Burgos o Salamanca los facciosos , instalaron sus cuarteles generales, quienes los pagaron y se aprovecharon después en sus negocios, tenia. nombres tan inusuales en Castilla, como Marcch. Porcioles y Colomer, Oriol, Urquijo Ibarra, Franco, Osborne, Luca de Tern, etc.

Hace unos meses, desde su viejo exilio mexicano, reciba una carta del segoviano Anselmo Carretero. Recojo algunos fragmentos. Son indicadores de un pensar, de un sentir, que creo ha de tenerse en cuenta. "Si el unitarismo centralista del franquismo ha intentado en vano privar a los catalanes, vascos y gallegos de sus respectivas lenguas y ha explotado sin excepción a todas las regiones de España en beneficio de las oligarquías dominantes, a las de León, Castilla y Castilla la Nueva les ha secuestrado el conocimiento de su identidad histórica, base de toda conciencia nacional. Hasta tal punto que a pesar de que Castilla surge como nacionalidad bien definida en el conjunto de tos pueblos hispánicos hace más de mil años y es por tanto una de las nacionalidades de más antiguas raíces, la mayoría de los castellanos ignoran hoy lo que su región es en el mapa de España y lo que su pueblo fue y representó en la historia de nuestra patria, y lo mismo y con iguales lamentables consecuencias les ha ocurrido a las gentes de la región de León -una de las más sobresalientes en la historia peninsular- y de Castilla la Nueva. Tal es el fondo real de los equívocos, embrollos y tergiversaciones que en el panorama actual de las autonomías regionales tiene sumidos en el mayor desconcierto a leoneses, castellanos y toledano-manchegos.

Se dice con frecuencia que ahora, cuando se plantea prioritariamente la cuestión de las autonomías para todos los pueblos de España, es el momento en que leoneses y castellanos debemos unimos firmemente en una sola región. Yo creo todo lo contrario: éste es el momento en que todos y cada uno de tus pueblos de España deben obtener su autonomía y preservar su propia identidad. Ese afán de formar grandes entidades regionales por fusión de varias en una compleja de nueva creación no es otra cosa que resabio de mentes unitarias y centralistas. El propósito de la regionalización es precisamente distribuir el poder entre todas las regiones acercándolo a cada una de estas mediante su propio gobierno. La tendencia a la fusión de varias regiones en una sola mayor restara, pues, antirregionalista y es una manifestación residual del centralismo imperial.

Si el nombre de Castilla se ayuntaba con ismos totalitarios a lo que de siempre habla sido, en su verdadero historia, opuesta. Ahora la historia gira y gira en mis recuerdos Ilevándome a Villalar. No fue sólo una democracia quién se perdiera en aquella batalla; no fueron sólo comunidades de hombres libres los derrotados. Se iba a cambiar hasta el espacio físico, angostar el marco económico. Eso es otra historia que seguramente en siguientes páginas será explicada. Aquí sólo nos introducimos al tema. Y ahora sí en algunos datos. Intentamos sacar los números de,. ámbito frío; hacerlos humanos.

La Baja Castilla linda ya con la alta Extremadura. Cuánto sol y cuánta lluvia han sufrido en sus desplazamientos hombres y ovejas que trashumaban la riqueza-miseria, base económica casi de una región. De 1.800 a 1975, éstas dos son las regiones más empobrecidas de la Península: he aquí sus índices comparativos:
Extremadura: 64,99, Castilla la Vieja, 64,16%

Normal es ver la mirada petrificada de viejos -.no en años, sino en soledades- que matan horas y días en las plaza., y calles de cientos de aldeas y pueblos. Sin nada que hacer, faltos de trabajo, siguiendo con sus ojos el humo que más allá de los llanos y montes habla de otros horizontes. También aquí, las regiones que más han disminuido su participación relativa en la producción nacional, de 1949 a 1975, se repiten, con la incorporación de una hermana de sangre

Extremadura: 48.43%
León: 38%
Castilla la Vieja: 34,5%

Dos siglos de continuo retroceso en la producción por habitantes. Dos siglos de pérdidas humanas. Decrece la natalidad. Envejece la población. Disminuye ésta. Aún en tos últimos ocho años sigue la pérdida de habitantes para muchas de sus provincias. Mientras la legión nos ofrece una curva indicativa: Castilla la Vieja redujo su participación en el total poblacional de le siguiente forma:

1860- 7,65
1940 = 6,06
1975 = 4,26

Es decir, ha decrecido un 44,31%, entre 1860 Y 1975.

l No es sólo Castilla. Es la tragedia implícita al desarropo capitalismo monopolista. Así, mientras Euskadi, Cataluña, Madrid, Asturias, concentran la producción nacional, se consagra el subdesarrollo de Castilla, Andalucía, Galicia y Extremadura.

¿ Qué van a hacer los hombres sino emigrar, buscar las nuevas cárceles del trabajador? Y éstos son datos recientes: de 1971 a 1975 emigran:

Ávila . .. 7.315 personas
Burgos .... 9.727 personas
Palencia .... 10.081 personas
Santander 2.810 persones
Segovia ... 6.326 personas
Soria ... 6.334 personas

Sólo Valladolid amplió población y Logroño estacionó la misma. Como Gruna, Myrdal expresa:

"El libre juego de las fuerzas del Mercado tiende a incrementar más bien que a disminuir las desigualdades entre las regiones”

Y en una reciente obra, apunta G. Javaloys como el crédito bancario y los depósitos libres son trasvasados de las regiones pobre – Castilla, León, Canarias- hacia el triángulo de las ricas que definen Juan Muñoz y Angel Serrano, es decir, Madrid, Cataluña y el País Vasco.

Hombres. Dinero. Hasta la energía eléctrica, Escribe Javaloys:

"El desarrollo de las regiones pobres requiere que éstas aprovechen sus fuentes de energía. en primer lugar, para su propia industrialización. La política económica regionalista habrá de atender prioritariamente la demanda que, sin duda, harán pronto los entes regionales autonómicos de algunas regiones subdesarroIladas, de que se implante una política de precios diferenciados por la energía eléctrica, petróleo, carbón, ciertas materias primas., según se consuman en el lugar de origen o en zonas y regiones lejanas. La existencia, por ejemplo, de un precio unificado en todo el territorio nacional para cada tipo de consumo de la energía eléctrica es el más claro ejemplo actual de exportación interprovincial, pues representa, de hecho, una discriminación contra las zonas productoras y a favor de los centros consumidores, altamente industrializados que se hallan en las áreas más metropolitanas de las grandes ciudades, Madrid. Barcelona, Valencia. Así como en el País Vasco, y que paradójicamente son las más reacias a instalar centrales eléctricas, especialmente nucleares, en sus alrededores, a pesar de los cuantiosos déficit energéticas que en ellas existe. Es un ejemplo de la insolidaridad regional que, de hecho se observa actualmente en Espada y que, sin la intervención energética de los poderes autónomos, y de la política económica regionalista, habrá de continuar por mucho tiempo".

Viejo es este tren de la miseria que hace depender a unos pueblos de otros. Se les llevan las riquezas agrícolas. Los créditos y ahorros. Y en unas islas industrializadas, se contrata a los hombres excedentes de un campo cuya reforma ya exige e impone una disminución de le población. Aquí, en las grandes urbes, se crean los productos manufacturados, que luego encarecidos, se venden en las zonas subdesarrolladas. Ni los Bancos, ni las Cajas de Ahorro estaban pensados, dirigidos, orientados para el desarrollo de la región, sino, en aras de las directrices centralistas, monopolistas, su misión es financiar el desarrollo de las cuatro o cinco grandes urbes elegidas a priori por el poder estatal --el mismo que el económico -. Así, en estas se multiplica la población-a costa de empobrecer su espacio vital, miserabilizar su desarrollo humano-, se concentran las industrias, los bancos, el poder político y administrativo, los centros sanitarios, educativos, culturales, el comercio. Mientras que en las tierras colindantes se extiende la desolación, la muerte, el silencio, la vejez. Y naturalmente el escepticismo de los raros habitantes restados, un escepticismo profundo, el de un pozo cegado y condenado a secarse, a extinguirse, a no ser. Madrid, Barcelona y Bilbao concentran hoy e 87, 6% de los recursos financeros del país. Y solo aporran el 49,8% de los mismos Es un dato suficientemente indicativo.

Lo terrible es que a veces el análisis de los datos económicos, que suelen ser reconocidos por todos los autores volcados sobre esta temática, impide ver el otro problema, el político, el que aquí debo interesarnos por cuanto de peligroso lleva para el desarrollo futuro de Castilla.

Castilla. Un viejo tren, un renqueante autobús, unos pies puestos a caminar, nos sumergen de pronto en la luz abierta e infinita en los pueblos donde pocas palabras van a ser las que escuchemos.. Lástima que el tiempo de vida sea tan breva y el mundo tan ancho. Así es difícil llegar a conocer las propias raíces que sustentaron nuestra infancia, que queremos aquí alumbran Pero habrá que volver a ellas. Y volver desnudos, sin esquemas previos, a ver, a estudiar, a aprender, a ofrecen No a pedir Y desde luego, nunca a continuar el funcionamiento vertical impuesto en éstos últimos 40 años, los más nefastos de la historia de España. De ahí nuestra extrañeza, nuestro grito de protesta cuando vemos como en su forma de actuar se emplean, por los partidos políticos, muchos resabios de aquellas maneras paternalistas, vicios reflejados que habría, diaria y colectivamente, que criticar. Porque hoy, a veces por simple oportunismo, otros por necesidades del juego electoral, éstos, a la hora de abordar la problemática regional, impregnan a su política de un carácter verticalista, centralizador, jerárquico que en poco puede contribuir a la concienciación popular. Y cabe el peligro de que nuevamente, y con un Borbón en la Jefatura del Estado ellos mismos actúen otra vea de victlmarios del pueblo castellano. ¿Lo repetiremos bastantes veces, suficientes veces a lo largo de este grito?. La definición regional debe ser obra del pueblo en su conjunto. Autonomía y unidad para todos y cada uno de los pueblos de España, pero en necesidad impuesta por los mismos y no de Monarcas o Parlamentos superestructurales. Fundir varias regiones en una sola, o amputar a las mismas algunas de sus tierras, es antirregionalista, nuevo residuo de centralismo dictatorial. Propio de concepciones políticas donde sobre la democracia popular impera el centralismo democrático: política que al fin en nombre del pueblo define un secretario político, perenne en su puesto aunque acomodaticio en sus juicios, para mantenerse eternamente en sus funciones . (Y que nade vea las anteriores palabras aplicadas a u partido en concreto: por desgracia la vieja Historia bíblica tiene mucho que decir, también a este respecto: quién esté libre de pecado etc. ete . )

La democracia cantada en las Comunidades de Villa y Tierra, autónoma ,popular, de concejos soviets es mucho más pura. La historia ciertamente evoluciona. No queremos que nos llamen nostálgicos del pasado. Más tampoco deseamos permanecer mudos. A la necesidad de terminar con la explotación económica de una clase por otra, hay que ayuntarla de una libertad sin límites a la hora de criticar cualquier opción de poder. Como dijo Rosa Luxemburgo. “ la libertad es siempre la libertad del que piensa de otro modo". No queremos ser modernos esclavos de la tecnocracia capitalista o del partido único dictatorial. No queremos soluciones superestructurales ni jefes perpetuos que piensen eternamente por el pueblo y al pueblo administren eternamente. Gritamos porque la revolución cultural bata la parálisis del hombre, le saque de su condición de súbdiro, le arranque del ritual de las convocatorias anuales en las que sólo se solicita so aplauso o su voto, y le arroje, cada día y todos los días, a la pIaza pública, le fuerce a hacer él la política, a pensar él el cambio social. Queremos que la vida se vaya cambiando cada día, todos los días, y de una forma permanente. Y que Castilla no se defina verticalmente y de una vez por todas, sino que esta definición vaya haciéndose en el tiempo, y en la identidad colectiva, en un camino no cerrado ni delimitado desde el principio, siempre abierto a la colaboración y trabajo del pueblo, que al sentirle suyo, al verle suyo, le va a ir marcando hasta identificarse plenamente tierra y hombre en el futuro.

Castilla por los castellanos y para los castellanos. Castilla por su Nación futura.

Castilla región ¿Qué es hoy según modernas concepciones una región? Tomamos la resolución del Consejo de Europa, Asamblea Consultiva, del 24 de julio de 1961.

“ La Región es un conjunto territorial, menos extenso que los Estados en el cual sus habitantes tienen intereses comunes de diversa naturaleza y donde, por lazos geográficos históricos y económicos. las costumbres, y a veces, los dialectos, se ha desarrollado un sentimiento de pertenencia a una cierta forma de vida'

Para .I,K. Galbraith es indudable que:

"El Estado debe potenciar sus elementos integrales reales. a los que genéricamente se llama regiones, para que en base a un auténtico desarrollo regional se consiga un efectivo desarrollo nacional".

La Nueva Constitución Española contempla el problema de las autonomías de la siguiente forma -en su proyecto original-: Articulo 136. 1? Las provincias limítrofes con características históricas, culturales y económicas comunes, y los territorios insulares, podrán asociarse entre sí en comunidades autónomas. a ello será preciso que lo soliciten las Diputaciones interesadas u Órgano insular correspondiente, o las dos terceras partes de los municipios que representen, al menos, la mayoría absoluta del censo cada provincia o isla.

Ya aquí vemos como esta rapidez con que se pretende actuar, se basa en hombres, instituciones, ciertamente franquistas, continuistas, en una línea absolutamente perjudicial para los verdaderos interese del pueblo, para la independencia y autonomía de las regiones, y sobre todo para quieta aspiran a reformar, a transformar en lo económico y en lo cultural, de acuerdo a unas nuevas bases de igualdad y de desarrollo, la sociedad. Y partiendo esta reforma de cero, de de la absoluta desinformación, de órganos expresivos controlados por equipos retrógrados y al servicio de una vieja clase aún en el poder.
Pero apunta aún mas la nueva constitución:
Articulo 144: "El derecho del Estado prevalece sobre el de las comunidades autónomas en todo lo que no esté atribuido a la exclusiva competencia de éstas. Será en todo caso supletorio del derecho propio de las comunidades autónomas

Sin duda que las limitaciones son superior a cuanto se "otorga'.

El poder arbitral del Estado continúa siendo decisorio. La burocracia centralista marca unos límites contradictorios de las necesidades de una auténtica autonomía pensada, realizada, volcada hacia la región. Si acaso se verán beneficiados algunos caciques, potenciándose otros nuevos. Y eso será, y en el marco una ininterrumpida dependencia, todo.

Recientemente el diputado de Euskadiko Ezkerra, Juan Maria Bandrés definía: "Somos una nación por nuestro territorio, nuestra historia, cultura, lengua, .tradición y voluntad de autogobierno, que so fa la esencia de la nación. Y nos han de dar, lo que por derecho nos corresponde”.

No seré yo quien ponga en tela de juicio la exactitud de esta definición y su justa aplicación a Euskadi. Pero creo, con toda objetividad que ninguno .de los puntos en ella reseñados puede dejar de aplicársele a Castilla, y que es precisamente en Castilla, en la milenaria Castilla, donde encontrarla su más justa enraización.

Estamos ya en el presente. Ya tenemos autonomía. ¿Y ahora, y en el futuro? El desarrollo regional no debe limitarse a crear nuevos entes burocráticos. seudoministros de sueldo y recepción, o "transferir determinadas funciona políticas a las entes regionales". La primera necesidad del desarrollo regional debe ser hacer REAL el país regional, crear conciencia de su existir ,la vieja conciencia tanto tiempo aletargada, de su razón de ser. Lo otro nos lleva al taifismo caciquil o a la instrumentalización de la región como una correa, de transmisión de los partidos estatales. Porque mientras se continua discutiendo en la burocracia, la economía sigue supeditada a los intereses centralistas los caminos orientados hacia Madrid, no hacia la comunicación regional, caminos que llevan los hombres, la mercancías, los ahorros y hasta los sueños de los castellanos. Una televisión propia, hecha por castellanos y orientada hacia Castilla en gran parte de su funcionamiento, en horas clave, de seguro que iba a tener más importancia, a hacer más por la región, que un Gobierno fantasma en Valladolid instalado o rotatorio y de escasa efectividad.¿Cortes propias, Gobierno regional? Para llegar a ellos, se precisa una gigantesca movilización popular que comience por conocer a la región y elija después a los hombres que colectivamente van a transformarla.

Vivimos tiempos de barbarie cultural. De alienación colectiva en la que una TV, cada vez más monopolística y estatalmente controlada, a servicio a su vez de los grandes intereses internacionales, los imperialismos yanqui y alemán fundamental mente, aparece como el gran gendarme represivo de nuestro tiempo. La industria del consumo urbano suple viejos dioses por los fantasmas vivos de los grandes almacenes donde se rinde a diario de! culto de latría. Para las zonas subdesarrolladas -como Castilla---se inventa un turismo de merendero o falsos tinglados superestructurales que de vez en vez nos hablan de milenarios o Festivales bautizados como populares. Mientras se esquilma los tesoros artísticas, se perpetúa y lleva a la práctica una ininterrumpida agresión ecológica, se mitifican valores falsamente regionales, se deforma los rasgos folklóricos, hasta se desvirtúa la comida popular propia de los zonas con continuas penetraciones de los hábitos y subproductos yankis.

,¿ Por qué no luchar, y desde ya por todo lo contrario a lo anteriormente expuesto, y por una educación propia en colegios y Universidades, que si racionalmente modernos se enriquezcan con las características del medio propio, por la multiplicación de bibliotecas públicas, eficientes, especializadas en los temas, la historia, la investigación y los proyectos futuribles de la región, por la creación de casas de cultura y grupos de teatro, laboratorios de cine, centros de documentación e investigación, revistas, cuya temática y realización responda. a los verdaderos intereses de la región como tal definida o proyectada?

Mientras, y pensamos que aquí si puede intervenir el juego parlamentario, se puede acometer, desde ya, sin palabras ni declaraciones, con simples leyes y decretos fácticos, el problema de los desequilibrios regionales, formándose comisiones de estudio capaces de combatir los monopolios de cualquier índole, imponiendo una planificación global y auténticamente democrática, sentado. bases para un desarrollo de mínima infraestructura social, dotando de equipamientos modernos a las zonas atrasadas, redistribuyendo la rente y creando fondos de ayuda a estas zonas deprimidas, obligando a que les Cajas de Ahorro, previo control democrático vuelquen toda su acción al servicio de la región en que radican, sin tener que suscribir fondos públicos, luchando por la creación de un auténtico empresariado con conciencia regional y no al servicio del Estado central o de sus propios y exclusivos intereses, forzando una hacienda descentralizada y desarrollando unos estatutos que precise para el futuro auténticas formas de autogobierno, impulsando, pues de Castilla hablamos, la ganadería y el bosque que en ella, y racionalmente explotados -habrá que abordar en profundidad el tema del minifundio- tienen un auténtico futuro, terminando con la explotación monopolística y proteccional del monocultivo.

Así, en vez de invertir los términos del problema, se crearán las bases para que un pueblo defienda su región, se sienta en una región propia, que él mismo va a ir marcando de .acuerdo a sus necesidades y posibilidades de desarrollo.

Un pueblo, eso sí, que lucha por si mismo. Porque aquí, y recordamos la exposición a que antes hacíamos referencia de Bandrés, el abogado de Euskadi, nos encontramos el punto débil del problema castellano. No en la razón histórica, no en la tradición, no en la lengua, en la cultura, en la existencia de un territorio: todo ello se da, se ha dado -incluso con Cortes propias, formas de autogobierno, de organización económica-. A Castilla le ha faltado, le falta, voluntad de ser pueblo, conciencia de ser nación. Es más después de perder esa voluntad propia y diferente del Estado, se ha dejado ‘alienar’ por las intereses monopólicos de dicho estado, desvirtuando su esencia regionalista y adquiriendo rasgos imperialistas que exportaba a los otros pueblos sojuzgados de España.
Este rasgo prostituido y deforme, reaccionario, es el que hay que combatir desde ya, ahuyentar para siempre de la mente y de los hábitos del pueblo castellano: es el más peligroso fantasma de cuantos le acompañaron estos últimos tiempos, que lógicamente concitaba la repulsa de los otros pueblos oprimidos o negados en su existencialidad de la Península, Euskadi, sobre todo. Despertando de una larga pesadilla, que coincidió justamente con su mayor decadencia, volver a sus orígenes, cuando era una comunidad de Villas y Tierras libres, de hombro libres que a otros pueblos respetaban porque eran a su vez fieros de su independencia, e incluso “combatían a los reyes de España". Castilla no debe ni necesita aspirar a otra cosa, que a su libertad, a su autogobierno dentro de las fórmulas que se definen para el Gobierno colectivamente federado de la Nación-mientras esta tenga razón o necesidad de ser- y lástima que para ésta como paras el propio poder y organización del Estado se siga insistiendo más en su instauración y control que en sus posibilidades de desaparición.

Y cierto es para ello que su primera necesidad, es la de reconocer la identidad, respetar la identidad de los demás pueblas, y exigir que se respete la suya propia.

Terminamos pues. El presente no nos gusta. De seguro que nadie aceptaría en nuestra materialista y prostituida sociedad, que introdujéramos rasgos correctores utópicos de tanta acción oportunista, de tanta deformación como la lucha por el poder lleva consigo, hasta impregnar las propias ideologías que fueron desarrolladas para combatir, precisamente, la explotación del hombre por el hombre, para luchar por el reino de la felicidad y la igualdad, para intentar transformar al hombre y al tiempo cambiar el mundo.

Pero yo no sé si los textos que aquí introducimos debiéramos apuntarlos de una manera fría, o soñarlos simplemente, para que el sueño no sea consumido en la rutina de cada mañana, donde ya nos desayunamos con las noticias más increíbles sin que nuestra digestión se vea por eso turbada. Mucho sueño, quizá, se necesita introducir de nuevo en las tierras de Castilla, en la cabeza de los hombres, si no queremos vernos abocados a esas sociedades que tras transformar las relaciones económicas productivas en una mayor justeza, construyen comunidades cerradas, rígidas, dictatoriales donde el hombre vacila en medio de un orden rígido en el que su participación aparece cada vez más restringida, donde vuelve a instaurarse el poder de la fuerza sobre el poder de la razón, y la voluntad colectiva a ser asumida pos un puñado de funcionarios que ahora en nombre del Estado organizan la vida económica, cultural y social de todo un pueblo.

Soy de los que piensan, que para que una utopía se realice hay que luchar por ella, hay que hacerla necesaria desde ahora. Y que esa lucha ha comenzado.

Es la lucha no ya por el futuro, sino por la propia razón de ser de la vida y del hombre. Y en nuestro caso, de la propia comunidad de Castilla, de su mera existencia.

Castilla, un pueblo más de los pueblos federados de España. Y a su vez, ella mutua federación de pueblos castellanos. En una descentralización absoluta.

En una realización total. Cualquier capitalidad, cualquier privilegio, si son discriminatorios, a la larga resultan peligrosos, explotadoras. “Nadie es más que nadie”, dice un viejo refrán de esta tierra .Nadie debiera ser más que nadie. .Ni en saber ni en Gobierno ni en posesión de riqueza económica: más aún, ni en posibilidad de desarrollo. Esto sirve tanto para los hombrea, cuanto para pueblos.

Y aquí se me ocurre qué poco se insiste en la necesidad, Igualmente de que Castilla una su suerte a la de otros pueblos Víctimas no de sólo del centralismo - Andalucía Extremadura Aragón, Galicia -sino lo que es peor, de la explotación económica Impuesta por el capitalismo oligárquico, por las formas de desarrollo alienantes y explotadoras de nuestra actual civilización. ,”Con los Pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar”, reza el verso de Martí. Con los otros pueblos esquilmados de España – y nunca en oposición a ellos- Debe pensar en echar su suerte Castilla para luchar contra el subdesarrollo, la marginación y el otro imperialismo, el económico, contra la subculturizacíón, la deformación de sus propias raíces históricas, con los otros pueblos para construir un futuro común en la diversidad, en la libertad de todos y cada uno de ellos,


Hoy Castilla no deja de ser un merendero, una carretera para turismo, que pasa, al contrario de la vieja historia cristiana, sin tocarla pero manchándola. Una especulación para los partidos, para quien busca en los hombres simples votantes.

Hay que hundir nuestro trabajo y esfuerzo en las raíces de es. pueblo. Hay que negar la historia presente, la alienación de tantos años deformadores, para encontrar aquellos hombres libres que sabían unir sus tierras o intereses y defender sus derechos al servicio de una cultura auténticamente democrática.

Preciso será que nos confundamos en él. Abrirnos las venas para que nuestra sangre vuelva a empaparse de la sangre vieja de esta tierra que debe romper el mal sueño de los caciques, los casinos provincianos, los religiosas integristas, los afanes de imperios soñados por hampones sin trabajo ni hacienda, los caballeros derrotados que vendaban inexistentes heridas con desteñidos trajes sacados de arcas donde hasta los ratones se despeñaban, los onanistas autoritarios, desgraciados y represores, los tahúres, los falsos profetas, los cazurros ignorantes que siguen defendiendo la inmovilidad del sol, los palurdos sin canciones, los sacristanes apoyados en viejas menopaúsicas y las monjas hombruneadas a las que hacen cosquillas impotentes y lisiados. Hay que desterrar de sus costumbres del "viva la muerte" que un día alguien importado de otras tierras lanzara para mancillar los restos de sus antiguas Universidades. No hay que dejarse llevar por la lucha vaciada de significado en torno a meros símbolos, estandartes, colores e banderas, para volcarse en acción verdaderamente descubridora de la luz, el paisaje, la relación humana, el esfuerzo y trabajo colectivo, la dignidad plena, el autogobierno sincero, la comunidad formada a base de danzas, cosechas y empresas creadoras de una nueva y liberadora moral.

Sangre vivificadora, nueva, joven, de caricia y trabajo, de gritos y ansia libertaria y redentora para esta tierra rugosa y apergaminada, a la que por desgracia se ha robado demasiado árbol y sembrada mucha y estéril roca.

Porque, castellanos, o somos nosotros quienes salvamos a Castilla, y ese nosotros es un grito colectivo, total, desprendido y apasionado, de entrega absoluta y generosa, grito al margen de cargos públicos y políticas coyunturales, o Castilla morirá asesinada por la explotación económica, la deformación cultural. Si otros tienen que dar prioridad a la política de partido, compromiso histórico, nosotros no. Nuestro compromiso histórico es precisamente éste: salvar Castilla. Nuestra militancia prioritaria debe ser luchar como castellanos porque no nos destruyan, deserticen, y encima
nos hagan, como en el viejo clásico refrán, "cornudos y apaleado”.

El grito pues, para que sea válido, ha de ser colectivo. Y este grito es necesario, absolutamente necesario: en él se esconde más que el futuro, la propia salvación; como región y pueblo, de Castilla.

(CASTILLA COMO NECESIDAD.
V .A:. Carlos Blanco, Demetrio Casado, Jesús Díez Lobo, Inocente García de Andrés, Miguel Angel García Guinea, Manual. González Herrero, Juan Muñoz, Andrés Sorel, Galo Yagüe.

Biblioteca Promoción del Pueblo

Ed Zero S.A., Madrid 1980
Distribuidor zyx)

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