viernes, marzo 10, 2006

UN HIBRIDO LLAMADO CASTILLA-LEON (Anselmo Carretero, Diario 16, abril 1979)

UN HIBRIDO LLAMADO CASTILLA-LEON


La falta de libertad y de información objetiva en que España ha vivido durante los cuarenta años del franquismo, determinó que las jóvenes generaciones de entonces, que hoy constituyen la mayoría adulta del pueblo español, sólo pudieran obtener en los centros de enseñanza noticias escasas y gravemente deformadas por la historiografía oficial sobre importantes acontecimientos de nuestro pasado nacional, entre ellos uno de los más tristes, honrosos y dignos de recordación: la derrota en Villalar, por los ejércitos reales, de la insurrección que contra Carlos 1 de España y V de Alemania estalló en muchos lugares de la Península Ibérica y ha pasado a la historia con el impropio y confundidor nombre de "Guerra de las Comunidades de Castilla".

"Comunidades” de "Castilla". Así, entrecomillando ambos nombres, empezamos este estudio en torno a los complejos sucesos que señalan el comienzo del reinado de Carlos de Habsburgo y la entronización en España de la dinastía austriaca.

Ningún nombre, salvo el mismo de España, es tan usado como el de Castilla en los estudios relacionados con la historia de la nación española; y la mayoría de las veces de manera impropia e incoherente con los vocablos que suelen complementarlo. Así ocurre en este caso, y tal es la razón de las comillas con que aquí lo destacamos. Porque aquel famoso alzamiento no tuvo por escenario único el solar castellano ni por singulares actores sus auténticas comunidades, pues se desarrolló ampliamente por tierras no castellanas y por lugares ajenos a las instituciones comuneras propias de la verdadera Castilla y de buena parte de Aragón.

Las cuatro coronas

Cuando Carlos 1 desembarcó en España para hacerse cargo de los reinos de su madre dolía Juana, hija de los Reyes Católicos, la Península Ibérica, con las islas de ella dependientes, era asiento de cuatro coronas: la de los reinos de León y de Castilla, la catalano-aragonesa, la navarra y la de Portugal. El joven monarca venía a ocupar el trono de las tres primeras, pues el reino portugués, independizado del trono de León en el siglo XII, quedaba fuera de sus derechos,

La principal de ellas, por su mayor extensión territorial, su población y su riqueza, era la de los reinos de León v Castilla, doblemente plural: porque tanto el trono leonés como el castellano abarcaban a su vez varios estados y países muy diversos en sus respectivas historias, geografías y estructuras sociopolíticas. La corona de León, la más antigua de España (como continuadora directa del reino godo de Asturias), la que más ha influido en la historia conjunta de los pueblos hispanos y la que, por ello, citamos en primer lugar, comprendía entonces Asturias, Galicia, León y Extremadura. La de Castilla incluía, además del reino de Castilla propiamente dicho y los estados vascongados de Guipúzcoa, Vizcaya y Alava -englobados frecuentemente con el solo nombre de Vizcaya-, el reino de Toledo -tierras de Toledo y la Mancha- que, para distinguirlo del verdaderamente castellano, recibió el nombre de Castilla la Nueva. Andalucía -Castilla Novísima- y Murcia, así como después las islas Canarias, fueron conquistadas por las coronas unidas de León y de Castilla e incorporadas a su conjunto. La corona de Aragón agrupaba, con un soberano común, los reinos de Aragón, Valencia y Mallorca y el condado de Barcelona, que a pesar de su mayor importancia, tal era el título tradicional del viejo estado catalán llamado después Principado de Cataluña. La corona de Navarra se había incorporado hacía poco al amplio conjunto castellano-leonés, conservando su propia personalidad política.

Razón casual

En el siglo XIII las coronas de León y de Castilla se habín unido definitivamente en la cabeza de un monarca leonés -Fernando IIIde Castilla y de León- que, por un azar de familia, había heredado el trono de Castilla antes que el de León, al que por nacimiento y educación estaba destinado. Por esta causa fortuita, el nombre de Castilla encabezaba siempre, protocolariamente, la larga lista de nombres de los países y estados de la corona castellano-leonesa, no obstante ser el reino de León anterior al de Castilla, y sus leyes, concepciones y estructuras sociopolíticas las predominantes en el conjunto de todos estos reinos. Tal es la razón casual de que "Castilla" fuera la denominación abreviada del gran conjunto de países de la corona castellano-leonesa: Asturias, Galicia, León, Extremadura, Castilla propiamente dicha, el País Vasco -Guipúzcoa, Vizcaya y Alava-, la región toledanomanchega -reino de Toledo o Castilla la Nueva-, Andalucía -dividida administrativamente en los reinos de Córdoba, Jaén y Granada-, Murcia y las islas Canarias; que, con los de la catalano-aragonesa (Aragón, Cataluña, Valencia y las islas Baleares) y Navarra, heredó por aquellos días el primer monarca de la Casa de Austria reinante en España.

"Castilla y Aragón" simplemente y por razones de brevedad, era el nombre con que se designaban los grupos de países y estados de las coronas de León y Castilla y de Cataluña y Aragón. Abreviación que si en los estudios históricos de la corona catalano-aragonesa no ha ocasionado daño alguno, en los de la castellano-leonesa ha sido causa de un sinfín de errores, equívocos y mistificaciones que, lejos de aclararse, hoy son mayores que nunca.

Lo que generalmente suele llamarse "corona de Castílla", o con abusiva y confundidora abreviatura "Castilla", era en aquella época el conjunto de todos los estados y países de los reinos de León y de Castilla, corona dual y múltiple en cada una de sus dos partes.

Rey y reina de Castilla, de León, de Aragón, de Toledo, de Galicia, de Valencia, De Mallorca, de Córdoba, de Sevilla, de Jaén, de Granada, de Murcia y de las islas de Canaria; condes de Barcelona y señores de Vizcaya. . . eran los principales títulos españoles que usaron los Reyes Católicos y de ellos heredó la reina madre doña Juana. Dejando aparte el archipiélago canario, donde el alzamiento "comunero" no tuvo eco, Castilla, aunque primera en la larga enumeración, sólo era una entre las,nueve regiones de la Península que abarcaban los reinos de León y de Castilla; cuatro de las cuales (Galicia, Asturias, León y Extremadura), procedían del tronco neogodo astur-leonés de la Reconquista, dos (Castilla y el País Vasco) del vasco-castellano, y tres (Toledo, Andalucía y Murcia) de conquistas o repoblaciones llevadas a cabo en tierras que se organizaron y gobernaron a la manera leonesa (con el Fuero Juzgo como legislación fundamental) y en las que no rigieron las leyes ni los usos castellanos. sólo los estados vascongados, generalmente unidos o aliados a Castilla desde sus orígenes, tenían estrecho parentesco histórico y profundas semejanzas con ésta.

Tales eran el complejo panorama y la geografía política de España cuando Carlos 1 de Habsburgo, con su corte de flamencos, desembarcó en la costa asturiana en septiembre de 1517.

La "llanura" que jamás existió

Es hecho conocido de quienes con objetividad y cuidado han estudiado nuestra historia medieval que los nombre de León y Castilla vienen confundiéndose desde hace largo tiempo, de tal manera que para muchas personas estos dos vocablos, de tan diferentes delimitaciones geográficas y significaciones históricas, representan una sola y misma cosa., Mucho ha contribuido a ello la obra de la "generación del 98" -tan brillante como errónea en su visión literaria de Castilla-, cuyos más insignes representantes, con algunas notables excepciones (1 ), desplazaron el nombre castellano desde su auténtico solar en las montañas de la costa cántabra y las altas cuencas del Ebro, el Duero, el Tajo y el Júcar a la vasta planicie leonesa del Duero medio, inventando así una "llanura de Castilla la Vieja" que jamás existió, ni pudo haber existido: porque la independencia de la vieja Castilla -con la ayuda de sus vecinos y aliados los vascos-, en lucha simultánea contra los moros y los reyes de León, fue posible gracias a la condición de fuerte reducto montañoso de su cuna santanderina, aquel "pequeño rincón" del Poema de Fernán González.

Muy diferente, pues, en la realidad histórica y geográfica de España son la auténtica Castilla y los reino,- de León y de Castilla de ese híbrido engendro "castellano-leonés" o "Castilla-León" que, exaltado por la Falange vallisoletana como "Gran Castilla, corazón de la España imperial" e imbuido durante cuarenta años en la mente de los españoles con la enseñanza de un dogma histórico oficial -la España Una forjada por la monarquía neogoda-, es hoy idea generalmente aceptada, incluso por los sectores de izquierda que no han tenido mejor información.




(1) Entre las que señalamos las de Baroja y Machado..


Anselmo Carretero y Jimenez

Diario 16 Abril 1979

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