lunes, febrero 26, 2007

Hay que recuperar Valpuesta

Inocencio Cadiñanos Bardeci (Diario de Burgos, 7 de Agosto del 2000)

Como en tantos otros pueblos de nuestra provincia, Valpuesta celebra sus fiestas patronales el día 15 agosto, Asunción de Nuestra Señora. Es posible que a muchos no les suene el nombre de este pueblo burgalés, enclavado en el valle de Valdegovía (Álava), a pesar de una solera histórica y religiosa que supera incluso, a nuestra capital provincial.

Cierta documentación recientemente dada a conocer ha contribuido a iluminar nuevas facetas que evidencian la importancia de la villa en el nacimiento y formación de Castilla y el castellano.
Dentro de la masiva repoblación del siglo IX y X de las Merindades, Valpuesta se convierte en alma de la naciente Castilla. No solo será centro religioso y de peregrinaje sino, también de un obispado cuya diócesis se extiende por las provincias vascas, Santander, La Rioja y Burgos.
Por su parte, el valle alavés de Valdegovía formaba, entonces, parte de las Merindades y continuó en nuestra provincia hasta que en el siglo XVI se desligue en el aspecto contributivo y en el XIX del judicial.

Cuando en el siglo XI desaparece el obispado de Va1puesta, su importancia y prestigio religioso serán continuados por un rico y codiciado arcedianazgo que ha permanecido hasta tiempos modernos.

Al reorganizarse en el siglo XIX nuestra zona en el aspecto religioso, el valle de Valdegovía se integrará en el nuevo obispado de Vitoria. Sin embargo, Valpuesta y ciertos pueblos de contorno seguirán dentro de la diócesis burgense y, con ello, también en el aspecto civil, formando un enclave al otro lado de la sierra de Arcena. Hoy sigue entre nosotros, un tanto aislada de Tobalina, Losa y Berberana, aunque mejor comunicada con Miranda. Este aislamiento ha agravado su situación, corriendo el peligro de quedar olvidada de todos. El monasterio y cabildo que durante siglos habitó y prestigió la villa celebró una fastuosa liturgia en una espectacular colegiata gótica que aún hoy día produce admiración en el turista, Esta celebración religiosa, se extendería incluso, hasta el cercano y famoso santuario de Angosto, del que los canónigos eran dueños y patronos. Sobre el claustro colegial, un antiquísimo escritorio nos dejó plasmados los primeros balbuceos de nuestra lengua anteriores, incluso, a los emilianenses o silenses. Su reciente estudio ha sido un verdadero descubrimiento.

Burgos necesita recuperar un pueblo de tanto prestigio y sin embargo olvidado. Recientemente han sido llevadas a cabo algunas obras públicas, verdaderamente urgentes. Pero queda mucho por hacer. Se necesita un buen tramo de carretera de acceso. Produce sonrojo el comparar su estado con los cercanos caminos no burgaleses. Las calles siguen sin asfaltar y muchas casas cayéndose, aunque es también evidente cierta recuperación del caserío con la construcción de nuevas viviendas.

En cuanto a notables edificios o aspectos culturales, la situación es grave. La hermosa torre de los Velasco, en manos privadas, es una excepción. El palacio Zaldívar y la casa del arcediano están en completo abandono.

Al ejecutarse recientemente ciertos trabajos en la plaza de la iglesia, aparecieron unas interesantísimas sepulturas rupestres alto medievales, de perfil antropomorfo. Fueron arrancadas, destruidas y tiradas a una escombrera. Sin duda que hubieran merecido algún estudio, conservación y mejor destino.

Y sobre todo, la colegiata, la bellísima y amplia colegiata gótica y neoclásica que luce un retablo que no envidia a ningún otro diocesano, debido a Felipe Vigarni, a su hijo y otros escultores de valía. Es cierto que se han hecho reparos importantes como la renovación del tejado y consolidación del claustro, pero es precisa una más completa intervención. Comprendemos que un templo tan grande, capillas, pórtico y torre (coronada de chopos, en vez de campanas) resulta costosísimo de mantener. Pero lo que dicho templo y su cabildo han representado para la historia de la Iglesia, Burgos y Castilla, bien justifican un esfuerzo complementario de las autoridades provinciales y autonómicas. Produce sonrojo e irritación el oir a algún vecino, nada sospechoso de parcialidad, el repetir frases pronunciadas por otros de peores intenciones: «Si perteneciéramos a otra provincia no estaríamos así».

Nuestro pueblo, reducido hoy a una docena de vecinos, aislado y desconocido, corre el peligro de quedar aún más arrinconado y olvidado y, aún de que aparezcan problemas políticos irritantes y hasta peligrosos. Bien cerca tenemos el Condado de Treviño. Que sirva de advertencia y de escarmiento, antes de que sea demasiado tarde.

Valpuesta, cuna de los más preciados valores de nuestra tierra, merece un aprecio y trato especial por todos y, más en concreto por las autoridades con el fin de recuperar en todos los sentidos un rincón burgalés de alto valor histórico y cultural de nuestra provincia, de Castilla y aún de España.

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