martes, agosto 21, 2007

¿Por qué los castellanos no queremos hacernos nacionalista? Una respuesta.

Por Res

Una respuesta.... a tu angustia existencial-nacionalista o nacional-existencialista (naxi)



Me parece que formulas mal la pregunta. Si eres honesto contigo mismo lo que quieres decir en el fondo es ¿ Porqué los castellanos no nos hacemos como los catalanes, los vascos, o los gallegos, y así contar en la rebatiña de la liquidación por saldo de Ex-paña?. ¿Por qué?, ¿ Por qué?.

Para intentar entrar someramente en el asunto hay que suponer que se tiene una ligera idea de lo que es una nación constituida en sentido moderno - cuestión menos conocida de lo que a primera vista parece-. Para tocar solo un aspecto digamos que la nación moderna europea hija de la revolución francesa adoptó rápidamente el pensamiento romántico alemán expresado por Fichte: la lengua hace la nación. A partir de ahí la lengua nacional es uno de los caballos de batalla de todo nacionalismo moderno que se precie.

Da la casualidad que la constitución de España como nación moderna en 1812 moderna, estableció el castellano como lengua nacional. Por tanto en un sentido moderno el castellano ha realizado una de las aspiraciones principales del nacionalismo moderno con la creación de la España moderna.

Ya de entrada la denominación de la lengua como castellano es ambigua y bastante equívoca, al mismo tiempo que en Castilla, sin préstamos, traslados ni imposiciones, el castellano se hablaba como lengua propia - entre otras- en el Reino de Navarra, el Reino de Aragón, el señorío de Molina . Por tanto no está del todo justificado que se llame lengua castellana, se podría denominar con igual razón lengua navarro-aragonesa-castellana, lengua de los valles del Ebro tirando para arriba, ebrés, ibérico-romance u otras muchas que al parecer no han prosperado. La razón fundamental de la actual denominación sería pues debida al número y al poder político dominante según los tiempos. Es decir la fuerza coactiva, como siempre.

Por tanto hacer del castellano una especie de nacionalista al estilo catalán, vasco , gallego u otro exotismo periférico está condenado al fracaso de antemano. En realidad como fauna exótica si existen algunos elementos autodenominados nacionalistas castellanos, del éxito de su implantación da buena cuenta su implantación numérica ( examinen resultados electorales de izca, cagaleros y demás ralea). Estos últimos cometen la enorme majadería de intentar apuntalar un nacionalismo castellano en base de lengua y otras estruendosas imbecilidades, muy en la línea del nacionalismo catalán o vasco; evidentemente van de cráneo.

Todo nacionalismo moderno pretende una serie de uniformismos igualitarios, en la lengua, la ley, las tendencias políticas partidarias, los enemigos a los que hacer frente, las lealtades que mantener, los ídolos que adorar y las obediencias a seguir, que son lo más opuesto a lo que históricamente fue Castilla.

Estoy de acuerdo en que mayoritariamente el castellano ligó su suerte política a la apuesta nacional de España moderna, y esta última está en fase de liquidación como saldo de ocasión. La frase evangélica : "el cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán” (San Mateo 24;35) parece hay más cierta que nunca. Intentar ahora reanudar un nuevo nacionalismo castellano con una especie de España en pequeñito con su misma lengua oficial y todos esos elementos que perfilan una nación moderna, me parece que está condenado al fracaso; nunca segundas partes fueron buenas.

En cualquier caso la nueva constitución de nuevas micronaciones empobrecidas, sin peso decisorio alguno y a la greña entre ellas sobre el cadáver de Ex – paña me parece que es una de las metas del mundialismo, que pretende arrasar las últimas defensas gubernamentales con posibles frente al nuevo capitalismo ubicuo. En el caso de una supuesta micronación castellana, esta tendría que cumplir el papel de malvado enemigo – heredera de la España inquisitorial, tirana y retrógrado - que seria fundamento del fervor nacionalista de las muchas micronaciones por las que estaría rodeada.


Todo eso aparte de que composición étnica de la población europea no permitirá en un futuro más próximo de lo que parece el funcionamiento de los estados modernos, más que como meros fantasmas supervivientes de unos tiempos que ya no van a volver. No se que engendro sería una micronación castellana con un 80% de población procedente del altiplano andino, del Magreb, de Senegal, Mauritania, Malí, Burkina Fasso y otros países subsaharianos, más pakistaníes, chinos, hindúes, kurdos, malayos y otras etnias de imposible enumeración, en ponderación global de religión islámica mayoritaria –pacífica y tolerante donde las haya-, acaso hablando inglés como lengua de comunicación común, campos desérticos, megápolis abarrotadas, guetos culturales de precaria comunicación, paro colosal y delincuencia galopante. Ese es el posible futuro castellano por la senda micronacional. Todo lo que no sea buscar alternativas a ese engendro que se avecina es ser cómplice de ese caos, empezando por los nacionalistas o nacionaleros y sus milongas de felicidad doméstica nacional-castellana.

No me fascina el nacionalismo catalán, ni el vasco, ni el gallego ni ningún otro. Ante la desaparición de la moderna nación española aparto de mí la idea perversa de micronaciones sucesoras. Más bien se me ocurre pensar si la desaparición de España, no marca el comienzo de otras tareas nuevas: el principio del fin del estado moderno; la vuelta al origen, a lo esencial, al pacto sagrado –siempre anterior y superior a la ley-, es decir de la federación auténtica de hombres y pueblos no de estados nacionales; retornar al sentido último de la vida y a la comunidad humana que surge de ella, no a incrementar el consumo de artefactos y aumentar la renta per cápita con su lógica conclusión de reventar con presteza el globo terráqueo.

Te sugiero una solución: hazte catalán, o vasco o alguna cosa por el estilo (si te dejan), de esta forma se colmarían tus ansias nacionalistas tremendas.

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