miércoles, enero 07, 2009

Dos regiones y una Comunidad Autónoma por José A. Amo

Dos regiones y una Comunidad Autónoma

El que en esta mastodóntica Comunidad Autónoma convivan, de forma precaria, provincias de dos regiones diferentes es algo tan obvio que no requiere mayor explicación; sin ir más lejos, el propio nombre de la Comunidad y su Estatuto de Autonomía así lo declaran. Por ello hablar de región, de identidad regional o de intereses regionales en relación a Castilla y León es absurdo y erróneo. Si la identidad por separado de las provincias de Castilla La Vieja y del antiguo Reino de León está suficientemente avalada por siglos de historia, por el ambiente geográfico y por la cultura; ahora un estudio realizado por la Universidad de Leicester (Reino Unido), en colaboración con investigadores de la Universidad Pompeu Fabra, pone de relieve la diferencia genética que separa a castellanos viejos y leoneses.

Es ya muy revelador que, si los investigadores han tratado como unidad a la gran mayoría de las comunidades españolas, en el caso de esta Comunidad Autónoma han preferido dividirla en dos zonas: oriental y occidental. Cierto es que las dos zonas no coinciden exactamente con la división entre las regiones históricas de Castilla La Vieja y León, pero también es cierto que se aproxima bastante y que en cada una de las dos zonas se advierte una continuidad en la huella genética en relación a regiones limítrofes.

Las conclusiones del estudio indican que la zona oriental de Castilla y León presenta los mayores índices de población autóctona (denominada ibérica en el estudio), junto a Cataluña y el País Vasco. Lo cual concuerda con los datos históricos referentes a la aportación de vascos, cántabros y otros pueblos de raigambre celta o celtíbera en la formación de Castilla, con escasa presencia foránea. Por el contrario, la población de la zona occidental presenta un elevado porcentaje de huella genética característica de poblaciones norteafricanas, lo cual históricamente se puede poner en relación con el importante papel de la repoblación mozárabe en el Reino de León y con la dispersión de la población morisca por las regiones noroccidentales españolas, tras la fracasada sublevación de las Alpujarras.

En conjunto estos datos, tomados aisladamente, no dicen gran cosa; pero si los consideramos junto a otros, son bastante concluyentes. Por supuesto, se podrá decir que las diferencias entre castellanos viejos y leoneses son mínimas, pero también se podrá decir lo mismo respecto a aragoneses, catalanes o andaluces y sin embargo nunca se ha negado a estos grupos su derecho a una autonomía propia en la España actual.


José Ángel Amo

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