lunes, marzo 22, 2010

León y Castilla víctimas de la incomprensión del poder (Comunidad Castellana 1983)

LEON Y CASTILLA VICTIMAS DE LA INCOMPRENSIÓN DEL PODER

El presidente del Gobierno, don Felipe González, ha declarado recientemente en París que el Estado de las autonomías, es un proyecto histórico en el que se respeta la unidad nacional y se reconoce, a la vez, El DERECHO DE LOS PUEBLOS QUE INTEGRAN ESPAÑA A SU DIVERSIDAD.

Tiene razón el señor González, si atendemos a la concepción plasmada en la Constitución española; pero la ejecución de ese proyecto, por lo que se refiere concretamente a los pueblos de León y de Castilla, tal y como pretende electuario la clase política dominante, suscita una grave y preocupada reflexión.

¿Qué entiende el señor González por «los pueblos que integran España»? Ciertamente España es una comunidad de pueblos, o de regiones, con sus peculiaridades históricas y culturales, con sus tradiciones y manera de ser, con esa hermosa diversidad que enriquece y potencia el acervo de la Nación española, nuestra patria común.

Esos diversos pueblos de España -conviene que no lo olviden los dirigentes nacionales y ciertos periódicos de Madrid, como por ejemplo «El País» -no son solamente, como parecen creer algunos, el pueblo catalán o el vasco o el andaluz.
Uno de esos pueblos, es también, EL CASTELLANO, y otro, muy importante y significativo, EL LEONES.

León y Castilla, en efecto, existen como pueblos diferenciados, como dos regiones definidas -bien presentadas en sendos cuarteles del escudo nacional-; y así han sido siempre reconocidos, y lo hemos aprendido los españoles, generación tras generación, en los libros de geografía de España, hasta que en los últimos tiempos ciertos políticos han venido a confundirnos con este amasijo «castellano-leonés», arbitraria invención para hacernos comulgar con ruedas de molino.

Los pueblos de León y de Castilla tienen perfecto derecho a verse respetados como identidades diferenciadas; a la protección -como garantiza el preámbulo de 1 Constitución española- de sus culturas, tradiciones e instituciones peculiares, y a que se reconozca su derecho constitucional a integrarse en comunidades autónomas propias -la leonesa y la castellana- como los demás pueblos de España.

«El País» -acreditado portavoz de la cultura centralista, habitualmente desconocedora, por la obnubilación de su complejo de superioridad, de las realidades españolas que no están en Madrid -se han empecinado en no querer entender que León y Castilla existen y que son identidades regionales bien caracterizadas en el conjunto español. Para «El País» (editorial 1-2-83), las únicas regiones significativas y con identidad son las « nacionalidades históricas» -Cataluña, País Vasco y Galicia- y Andalucía. León y Castilla, naturalmente -para «El País»- no son nacionalidades históricas, y ni siquiera las admite como regiones. Reconoce que Castilla-León y Castilla-La Mancha son entes artificiales y arbitrarlos, obra de la clase política, pero -entiende «El País», de acuerdo lógicamente con el Poder- hay que darlos por buenos y pasar por ellos. El sentimiento de los pueblos no cuenta. Está bien que las provincias castellanas de Santander y Logroño se hayan convertido en Cantabria y Rioja, autónomas. No es válida, en cambio, la misma aspiración de Segovia. Y es que sólo es conveniente, racional y progresista lo que ordena la clase política. Lo demás, aunque se trate de resistencias populares, es cosa de la derecha conservadora, de los caciques, para alterar con fines electoralistas Pero la verdad es que la Constitución no manda nada en este aspecto, ni impone ningún mapa autonómico, sino que se limita a consagrar el derecho que los pueblos de España tienen a acceder a su autonomía. Derecho que el Poder establecido nos niega a los leoneses y a los castellanos.

«El País» resuelve el problema que plantea la generalizada protesta del pueblo de León contra el ente híbrido de «Castilla-León» atribuyéndolo a una disputa entre dos familias de políticos leoneses. Y ese periódico «,, ha llegado a tener el valor de ignorar, de silenciar, de no informar absolutamente en sus páginas, de la gran manifestación celebrada en León, con asistencia de más de 20.000 personas, en un clamor popular extraordinario por la reivindicación de su identidad.

Frente a la incomprensión del Poder centralista, y a la imposición de la camisa de fuerza «castellano-leonesa», los pueblos de León y de Castilla -téngalo presente los que nos atropellan- no se resignarán.

Informativo Castilla nº 18 enero-febrero 1983


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